Balance viajero del 2020

En el último balance anual dije que 2019 había sido un año “RARO”, pero entonces llegó 2020 y dijo: “¿Ah, sí? Pues sujétame el cubata” ¡Madre mía qué 12 meses hemos pasado! Y encima han parecido dos, porque no sé vosotros pero yo siento que me han robado un añito de vida. Sin ninguna duda, 2020 será recordado por todos pero no creo que por sus grandes viajes, que al fin y al cabo es de lo que venimos a hablar aquí. No obstante, como haberlos, los ha habido y además siempre me gusta soltar unas pinceladas a nivel personal, no podía dejar vacía esta sección en este año con nombre propio: Coronavirus.

Recuerdo que empecé con una sensación extraña. Acabé 2019 bastante encarrilada y enero siguió con la misma tónica: viento en popa a toda vela. Todo estaba fluyendo tan bien que no podía creérmelo y recuerdo comentar varias veces que tenía la sensación de que 2020 iba a ser épico si salía todo lo que tenía en mente, o por el contrario una hecatombe. Y aún no sabía lo que era el Covid-19.

En cuanto a los viajes… ¿Qué decir? En 2019 se me quedó clavada la espinita de mi tan soñado viaje a Egipto, así que esperaba poder realizarlo en los primeros meses o en otoño de 2020. Al principio fue imposible por cuestiones laborales, así que lo dejé para finales de año y la idea se convirtió en mi faro después de asumir que este verano sería imposible hacer un gran viaje tal y como se desarrollaba todo el tema del Covid-19. Sobra decir que éste tampoco ha sido el año.

Al principio, para el verano no me cerraba a nada pero tenía una idea clarísima: Perú y Bolivia. Este era el año sí o sí… pero no. Hacían falta 3 semanas para el itinerario que tenía pensado y pronto asumí que no podría ser porque esta vez era imposible que mi novio y yo coincidiéramos tanto tiempo. Intenté reducir y adaptarlo pero no me terminaba de convencer y justo entonces todo estalló. Aún era marzo, pero en el confinamiento ya intuí que cualquier cosa que se hiciera este año tenía que ser casi sobre la marcha, y un viaje de esas características requería muchísima planificación como para dejarlo para última hora. Lo que no sabía por entonces es que ni apurando hubiese sido posible.

Una cosa positiva de este año es que no he perdido mucho dinero y no me he visto envuelta en esa vorágine de reclamaciones (al menos en tema viajes, en todos los demás he hecho un máster) en la que sí han estado otros viajeros, aunque sí que tuve que cancelar un vuelo a Barcelona para una escapada con amigos en mayo. Qué gracia me hace recordar cuando hablábamos de la posible anulación en marzo y decíamos todos “Bueno, de aquí a mayo, esto se ha pasado….” ¡JA! Espero usar ese bono de Iberia en alguna escapada en 2021 y poder reciclar el plan, ya sea en avión, tren, coche o barco.

Pero vayamos a los viajes que sí han sido …..

Hamburgo

Mi amigo José, que vale un potosí, tuvo a bien regalarme por Reyes una escapada porque “nos merecemos empezar el año con un viajecito”. De no ser por él, hubiera sido el primer año desde que viajé al extranjero por primera vez en mi pre-adolescencia en el que no saliera de España. El destino fue sorpresa hasta unos días antes, sólo me dio la pista de que era una ciudad europea en la que no habíamos estado ninguno de los dos y que era abarcable en un fin de semana. Eso reducía muchísimo las posibilidades y Hamburgo era una de ellas.

La ciudad me resultó una mezcla curiosa entre los países nórdicos, Holanda y Alemania. Recorrimos sus canales, callejeamos, aprendimos historia, disfrutamos de tranquilos tés y nos pusimos las botas a comer, como siempre que nos juntamos. Ojalá vengan más como esta. Mil gracias, Josito.

Castilla y León, Orense y las Islas Cíes

Siguiendo en la espiral negativa de 2020, nos fue imposible juntar todos días de vacaciones y hacer un viaje más largo, así que las tuvimos que dividir y en una de las partes sólo teníamos 5 días. Primero iba a ser Menorca pero después de ver los precios sondeé alguna ciudad italiana. La incertidumbre nos dio pereza, así que pensé en Granada y Cabo de Gata, pero nos tiraban las aguas más turquesas y nos decidimos por la Costa Brava. El Covid-19 aquí jugó a nuestro favor: La situación en esa zona empeoró de repente y paralelamente se produjo una cancelación en el camping de las Islas Cíes justo en el fin de semana que podíamos ir. ¡Llevábamos años con la idea!

Me fue fácil completar la ruta haciendo parada por varios sitios que estaban de camino y que tenía ganas de visitar en Castilla y León. El primero fue Wamba, un pequeño pueblo en la provincia de Valladolid con un gran secreto: Su increíble osario y una iglesia con una simbología que haría las delicias de Robert Langdon.

El segundo, muy cerca, fue Urueña, la denominada “Villa del Libro”…. Y es que hay más librerías que habitantes y eso no se lo podía perder una lectora como yo.

Por último, hicimos noche en Ponferrada y visitamos al día siguiente su castillo templario (además, gratis… punto para el Covid) y Lás Médulas en El Bierzo.

Ya en Galicia, decidimos pasar fugazmente por la Ribeira Sacra y visitar alguno de sus increíbles miradores y disfrutar de las aguas termales y de la buena mesa en Orense, donde dicen que se come el mejor pulpo de Galicia.

Rematamos la escapada en las Cíes, un paraíso que no esperaba por mucho que me decía la gente. Además nos hizo muy buen tiempo y tuvimos la gran suerte de que nos dieran tienda de campaña en primera línea. Fue una experiencia para repetir, de verdad.

País Vasco, Cantabria y Asturias

En la otra semana que tuvimos de vacaciones hicimos por fin un viaje que sí que estaba planteado para este año incluso antes del Covid-19: Una ruta por el norte de España. Me vine arriba abarcando 3 comunidades, pero como ya había estado en todas simplemente escogí lugares desconocidos en cada una de ellas y repetí algún otro.

En la provincia de Gipuzkoa visité por primera vez Hondarribia y Zumaia, y repetí San Sebastián y Zarautz. He de reconocer que me encanta esta zona: Sus playas, su atmósfera surfera, sus paisajes, sus casas blancas con ventanas de madera en color y por supuesto su gastronomía. Lo que sí visité por primera vez fue Vizcaya, una joya: Bilbao me sorprendió muchísimo y San Juan de Gaztelugatxe me pareció una absoluta pasada…. Lo de los pintxos, otro nivel.

 

En Cantabria bajamos un poco el ritmo visitando fugazmente Santander, teniendo ratos de playa, alucinando con los acantilados de Costa Quebrada y poniendo la guinda con las Cuevas de Altamira y Santillana del Mar, uno de los pueblos más bonitos de España.

Asturias fue la parte más floja y es que el tiempo no acompañó y lo encontramos todo muy, muy masificado. Nos dejamos caer por varias playas (alguna incluso solitaria) y visité por tercera vez los Lagos de Covadonga. Por supuesto, no faltaron las sidras, ni los cachopos, ni el quesito.

Este año ha sido el terror para aquellos que, como yo, somos planificadores natos… pero cuando ha sido itinerarios lo que he tenido que organizar, lo he dado todo, como veis.

Por otro lado, en el plano personal, he dado un paso muy importante que llevaba años persiguiendo y que ya dejé encarrilado en 2019: Tener mi propia casa, nuestra casa. Una casa lograda con mucho esfuerzo, paciencia y tesón, una casa respetuosa con el modelo de vida que quiero llevar. La casa materna siempre será «hogar» pero ahora además tengo otro y creo que muchos me comprenderán si digo lo importante que es tener uno propio y acogedor en el que refugiarse y sentirse cómodo, sobre todo en esta época en la que hemos tenido que pasar tanto tiempo de puertas para adentro. Lo conseguimos aunque la pandemia también aquí hizo de las suyas.

Otra cosa positiva es que he podido parar. He conservado el trabajo, que no es poco tal y como están las cosas, pero llevaba años con un ritmo frenético pasando más de 14 horas a diario fuera de casa y, que nadie me malinterprete, tener la posibilidad de teletrabajar varios días, de hacer jornada intensiva, o de poder llevarme el coche a la oficina y ganar tiempo, me dio la vida. Me sentía mucho más productiva, sana, descansada, motivada y sobre todo feliz. Ya lo sabía, pero cada día tengo más claro que ese es el modelo de vida que quiero perseguir.

El Coronavirus ha sido benévolo conmigo y los míos, pero también ha habido disgustos a nivel de salud. He perdido a una persona y siento como otra, un grandísimo pilar, se me está marchando, así que desde aquí os digo de corazón que cuidéis a los vuestros: Pasad tiempo con ellos, decidles cuánto les queréis y cread muchísimos recuerdos. No hay consuelo, pero os puedo asegurar que tener la conciencia tranquila y muchos momentos almacenados, arropa. Muchos dicen que 2020 les ha enseñado qué es lo verdaderamente importante en la vida, pero a mí no. Siempre lo he sabido.

Por último, voy a terminar con un mensaje para todos aquellos que me decían que no sabía vivir sin hablar o pensar en viajes: Ya habéis visto que sí, por supuesto que puedo… pero no quiero.

Al 2021 le pido salud y poder cumplir sueños. Si mis deseos se hacen realidad, me veréis seguro cogiendo algún avión… Ahora bien, el dónde, ya me da igual.

¡Feliz año a todos!


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