Ruta de una semana por País Vasco, Cantabria y Asturias

Cuando el Covid-19 se tragó la primavera de 2020 y amenazaba con hacer lo mismo con el verano, tuve claro que este año iba a caer al fin el viaje por el norte de España que ya venía sonando desde hacía tiempo. Con tal sólo una semana, podría haberme centrado solamente en Cantabria, País Vasco o Asturias, pero al no ser mi primera ni segunda vez en ninguna de las tres, decidí abarcar todas y, creedme, lejos de sentir que íbamos a matacaballo, fue una de las vacaciones con más pausa que recuerdo (al menos para mis costumbres). Eso sí, es un viaje de pinceladas, ideal para una primera visita o para aquellos que, como yo, ya hayan estado antes en las zonas y quieran descubrir lugares nuevos o repetir los más significativos, sin pretensiones de visitarlo todo.

Siendo así, la ruta quedó repartida de la siguiente manera: Tres días en País Vasco, dos en Cantabria y dos en la parte más oriental de Asturias.

¿Y qué pudimos ver en tan poco tiempo? Pues MUCHO.

Día 1. País Vasco: Hondarribia y San Sebastián

Salimos temprano de Madrid con la idea de pisar tierra vasca antes de comer. El primer destino ya prometía: Hondarribia. Se trata de un encantador pueblo costero junto a la frontera con Francia que aún no había tenido la oportunidad de conocer en anteriores visitas.  Aparcamos con facilidad el coche y simplemente nos perdimos por sus calles. Visitamos el barrio de la Marina, el paseo marítimo, la muralla y la parte alta, que fue la que más nos gustó. Como estaba cerrado por ser lunes el Gran Sol, el mejor bar de pintxos, comimos en la terraza del Bar Rafael, donde probamos varias exquisiteces con la torrija caramelizada con helado de queso como gran triunfadora.

Después de una caminata por el paseo marítimo, pusimos rumbo al hotel en San Sebastián para descansar un rato. Optamos por alojarnos a las afueras en una residencia universitaria a un precio bastante ajustado, ya que los precios en la ciudad son bastante altos y más en pleno agosto.

Por la tarde, aparcamos cerca de la Playa de Ondarreta, visitamos el Peine del Viento y paseamos hasta la Parte Vieja pasando por el Palacio de la Miramar y la Playa de la Concha. Después, nos dimos un festín de pintxos en el Bar Sport, Karrika y La Viña, donde dicen que se come la mejor tarta de queso del mundo.  

Día 2. País Vasco: San Sebastián, Zarautz, Zumaia y Bilbao

El día amaneció radiante y tras desayunar en el hotel, pusimos rumbo en coche al Monte Igueldo, desde donde disfrutamos de las vistas de la Bahía de la Concha y de un viaje en la “Montaña Suiza”. Después aparcamos en el centro y visitamos la Plaza de la Constitución, el Mercado de San Martín y la Catedral del Buen Pastor antes de zambullirnos de nuevo en la Parte Vieja para una maratón por las tabernas. Esta vez elegimos Ganbarra, La Cuchara de San Telmo (el foie y la carrillera, de locura), Bar Martínez, Tamboril y de nuevo Karrika para comparar su tarta de queso con la de La Viña…. También espectacular.

Volvimos al coche paseando junto al río Urumea para ver el Kursaal, el puente de la Zurriola, el Teatro Victoria Eugenia y el Puente de María Cristina y después pusimos rumbo a Zarautz para pasar la tarde en sus espectacular playa.

Al final de la tarde, fuimos por la carretera de la costa hasta Zumaia, donde nos costó media vida aparcar, y visitamos la Ermita de San Telmo (famosa por aparecer en Siete Apellidos Vascos) y la playa de Itzurun y alrededores con sus impresionantes flysch.

Después de una hora y media por carretera, llegamos a Bilbao más tarde de lo previsto, pero después de instalarnos en el hotel aún nos dio tiempo a tomar algunos pintxos en el Gure Toki y el Berton.

Día 3. País Vasco: Bilbao y alrededores

El simpatiquísimo recepcionista del hotel nos hizo una guía para conocer Bilbao en unas horas y nos pusimos a ello pronto. Cerca del hotel estaba el Mercado de la Ribera, que fue nuestra primera parada. Allí degustamos unos deliciosos cornetos rellenos de crema de pistacho, limón y tiramisú para desayunar y continuamos andando junto al río y parando en la estación de Abando, el Teatro Arriaga,  y todos los bonitos puentes hasta llegar al de La Salve, el cual cruzamos para ver el Guggenheim, el parque de Doña Casilda y el centro Azkuna, degustando un típico bollo de mantequilla por el camino. Después, nos pusimos las botas en el mejor bar de pintxos de la ciudad, El Globo. Contra todo pronóstico, Bilbao nos pareció un ciudad alegre, colorida y un equilibrio perfecto entre modernidad y tradición.

Regresamos a la parte vieja haciendo parada en Gure Toki, Sorginzulo y La Olla y no contentos con ello, reposamos y cerramos con un helado en una terraza.

Ya por la tarde, cogimos el coche y pusimos rumbo al Castillo de Butrón y San Juan de Gaztelugatxe, sin duda el mejor lugar del viaje. Las medidas anti-covid hicieron que lo disfrutáramos prácticamente solos, aunque para ello fuimos lo suficiente previsores para reservar la entrada (gratuita) con un mes de antelación. Terminamos la visita pasados por agua y paramos de nuevo en Bilbao a cenar para terminar la cata de pintxos en los bares Santa María, Irrintzi, Gatz y Café Bar Bilbao.

Con el estómago lleno, nos dirigimos al hotel en Cantabria, donde llegamos ya pasada la media noche.

Día 4.  Cantabria: Costa Quebrada y Santander

Después del tute del día anterior, aguantamos más en la cama y después de desayunar unos snacks, fuimos en coche a visitar los acantilados de Costa Quebrada, muy cerca del hotel. Concretamente estuvimos en las playas de Covachos, La Arnía y Portío.

Después nos fuimos a relajarnos de playa a Mataleñas y ya a media tarde paseamos por El Sardinero mientras nos tomábamos un helado. De noche, fuimos a cenar al centro de Santander, probando una de las mejores tortillas que jamás hemos comido en La Casa del Indiano ya que el sitio más famoso para esto, Cañadío, estaba a tope.

Día 5. Cantabria: Altamira, Santillana del Mar y llegada a Asturias.

Habiendo descansado un poco más, pusimos rumbo a un lugar único: Las Cuevas de Altamira. La entrada es gratuita pero hay que reservar hora de manera presencial y nos dieron a las 15:30, así que dimos cuenta de unos enormes pinchos de tortilla rellena que habíamos pedido en el restaurante del hotel, y nos dirigimos  Santillana del Mar, uno de los pueblos más bonitos de España. Callejeamos, nos tomamos una típica quesada pasiega y compramos algunos regalos gastronómicos para casa.

A las 15:30, hicimos la interesante visita guiada a la Neocueva de Altamira, vimos el museo y nos acercamos a la entrada de la cueva original para poner fin a nuestro paso por Cantabria.

Ya en Asturias, fuimos a ver la playa del Cobijeru, bastante deslucida por estar con marea baja y los acantilados del Salto del Caballo, que tampoco nos resultaron demasiado llamativos al haber poco oleaje.

El tiempo empeoró y, tras instalarnos en el peor hotel de la historia, terminamos el día dándonos un festín en la Sidrería Europa, a las afueras de Llanes.

Día 6. Asturias: Entre Llanes y Ribadesella.

El día fue de menos a mas. Comenzamos visitando la playa de Gulpiyuri, super curiosa pero abarrotada y los acantilados de alrededor. En busca de una mañana más relajada, nos dirigimos a la playa de Cuevas de Mar pero estaba igualmente hasta arriba de gente, y además el tiempo se empezaba a torcer. El plan C fue ir a Ribadesella, donde después de una odisea para encontrar aparcamiento, probamos suerte para entrar en las cuevas de Tito Bustillo, aunque ya sabíamos que era imposible. Para rizar el rizo, ni siquiera fuimos capaces de que nos dieran mesa para comer en ningún restaurante, todo lleno y, mientras, lloviendo. Bastante decepcionados, buscamos una sidrería en las afueras (Casa Pacho) y ahogamos las penas en croquetas de cabrales, chorizo a la sidra, tortos con foie y ensalada.

Con las esperanza de que una tormeta monumental pasara, fuimos a la playa de Torimbia, que nos pareció un absoluto paraíso desierto una vez abrió el cielo. Dimos un enorme paseo llegando también a la playa de Toranza, y de vuelta en el coche, finalizamos la tarde en la Playa de Poo, una zona super curiosa con marea baja.

Quisimos terminar el día con otro homenaje en la Sidredría La Veguca, donde seguimos dando cuenta de la gastronomía local y sin olvidarnos del cachopo.

Día 7. Asturias: Lagos de Covadonga y regreso a casa

Amanecimos antes que el día, a las 5:30 y es que para visitar los Lagos de Covadonga por tu cuenta, debes acceder a la zona antes de las 8:30 y como no queríamos multitudes ni ir en autobús, no nos quedó otro remedio. Tardamos cerca de una hora e hicimos algo de tiempo a que amaneciera en el coche y después visitamos la zona tranquilamente, aunque ni mucho menos solos.

Sobre las 10:00, nos marchamos y aparcamos gratis, rápido y fácil en Covadonga, justo detrás del museo. Visitamos la Basílica y la Santa Cueva, y nos llevamos una gran impresión de la zona, ya que todo estaba tranquilo, cuidado y muy limpio.

Antes de marcharnos de Asturias, quisimos parar en Cangas de Onís para ver el puente romano pero fue imposible aparcar, así que lo vimos desde el coche. Sin duda, Asturias ha debido ser el destino nacional por excelencia en esta temporada estival de fronteras para adentro.

Muy contentos con todo lo vivido, a pesar de los inconvenientes de los últimos días, regresamos a Madrid con la mochila carga de de nuevos recuerdos y con la sensación de haber exprimido bien un verano con tantísimos inconvenientes como este. Suerte que, como ya os conté en este post, vivimos en el mejor país para quedarse encerrados.

Como veis, el itinerario no puede ser más completo. Si os gusta la naturaleza, el buen comer y los paisajes de infarto, tomad buena nota de esta idea para el futuro.

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