Una buena planificación ahorra muchos problemas y además, dinero. A la hora de plantearnos un viaje a Canadá, esta frase cobra aún más sentido ya que cuando antes sepamos qué es lo que queremos ver y cuánto hay que dedicar a cada zona, antes podremos armar el itinerario. Y por ende, cuanto antes sepamos la ruta, antes podremos resevar los hoteles…. Y es que en las Rocosas Canadienses los alojamientos a buen precio vuelan. No sé como pero la gente empieza a reservar con un año de antelación, con lo cual cuando al resto de los mortales nos confirman las vacaciones en el trabajo, es muy probable que nos quedemos sin alojamiento en temporada alta o que terminemos pagando un precio mucho mayor para pernoctar en esas zonas.
Suelo tener hilvanada la ruta que haría en países que preveo visitar y en este caso, cuando parecía que Canadá se iba a llevar el gato al agua como el gran destino de 2019, empecé a trazar el itinerario incluso antes de saber la época en la que podría ir. Diseñé así una ruta para 13-15 días y después pude reservar los hoteles (con cancelación gratuita) para las fechas en las que tenía intención. Cuando por fin tuve el OK en el trabajo, solo tuve que comprar los billetes que me encajaban por precio y días, hacer algún retoque en la ruta y….. ¡voilá! Un pedazo de itinerario que me permitiría conocer Vancouver y los parques de Wells Gray, Jasper, Yoho y Banff sin dejarme nada en el tintero.
Os lo cuento ya.
Día 1: Viaje a Vancouver
Comenzamos el viaje con un día de trayectos…. Y es que llegar a la otra parte del mundo nos llevó casi 24 horas. Primero un largo vuelo de Madrid a Atlanta, 5 horas de escala y después otro de casi 6 horas de Atlanta a Vancouver.
El primero lo pasamos medianamente entretenidos viendo películas, aunque la gama no era demasiado amplia, y el segundo, dormitando. Aterrizamos en Vancouver pasadas las 22:30 de la noche, así que recogimos nuestro coche de alquiler en el aeropuerto, compramos unos snacks y nos dirigimos a descansar a nuestro alojamiento, una enorme casa particular a las afueras de la capital de British Columbia.
Día 2: Explorando Vancouver
Despertamos muy pronto para exprimir el día en una ciudad que teníamos muchas ganas de conocer. Comenzamos con un pantagruélico brunch en un sitio muy económico a las afueras y después dejamos el coche en un parking del centro. Allí mismo cambiamos dinero y después recorrimos a pie los barrios de Chinatown y Gastown. Continuamos por el puerto, Canada Place y el Waterfront para después alquilar unas bicicletas con las que visitar sobre ruedas Stanley Park. Después, comimos algo rápido en un supermercado y dimos un largo paseo por las playas English Bay y Sunset. Para acabar la ruta disfrutamos unas vistas increíbles desde el puente de Granville y después paseamos por el centro hasta la hora de cenar.
Por últimopasamos por un supermercado de las afueras a hacer una buena compra y llegamos a nuestro nuevo casoplón en la ciudad de Surrey.
Día 3: Carretera y Well’s Gray Provincial Park.
Bien descansados, cogimos el coche para empezar el roadtrip camino a las Rocosas. Hicimos una primera parada en Othello Tunnels y continuamos kilómetros y kilómetros hasta llegar por la tarde a Wells Gray Provincial Park. Allí ya comenzamos a alucinar con la explosión de naturaleza que nos brindaron las Spahats Creek, Helmcken Falls y Dawson Falls. Tambien fuimos sin suerte a Bailey’s Chute a ver si veíamos el salto del salmón pero a cambio luego pudimos ver nuestro primer oso negro junto a la carretera ¡Emoción máxima!
Cansadísimos de tanta carretera, llegamos al pequeño pueblo de Avola, donde nos alojamos en un pequeño lodge con un ambiente muy rockero.
Día 4: Llegada a Jasper
Despertamos en nuestra cabaña de madera y rápido pusimos rumbo a Jasper. Por el camino disfrutamos de las vistas del impresionante Monte Robson, una maravilla. Ya en Jasper, hicimos un picnic junto a Pyramid Lake, nos refrescamos en Patricia Lake y empezamos a la tarde haciendo el trail Valley of the Five Lakes, al sur de la ciudad. Todo nos pareció precioso y pusimos la guinda subiendo al atardecer a Old Fort Point, con unas vistas magníficas.
Después nos duchamos, hicimos compra de productos frescos y nos hicimos cena y comida del día siguiente en la cocina de nuestro hostel.
Día 5: Alrededores de Jasper
Tras un contunente desayuno en el hostal, pusimos rumbo al lugar que más nos gustó en la zona de Jasper, la montaña Edith Cavell. Allí, hicimos el trekking Edith Cavell Meadows y terminamos justo cuando empezó a llover. El resto del día lo dedicamos a visitar Sunwapta Falls y Athabasca Falls y de vuelta a Jasper tomamos un cafecito y unas tartas riquísimas en Bear’s Paw Bakery.
Después de unpaseo por Jasper y de la compra de carne, regresamos al hostal a nuestra sesión de cocina.
Día 6: Jasper
Ese día lo comenzamos muy cerquita del hostel, haciendo el trail de los 5 puentes del Maligne Canyon. Ya en coche, paramos en Medicine Lake y terminamos en uno de los lagos más bonitos de la zona: Maligne Lake. Pasamos un rato relajado en la orilla disfrutando de las vistas y el solazo y también hicimos el trail de Moose Lake, donde vimos un alce en libertad.
Comimos al aire libre en Edith Lake, con la presencia de wapitís. El resto de la tarde estuvimos tomando el sol y mojándonos los pies en Annette Lake para terminar con un paseo y compra de souvenirs en Jasper y con nuestra sesión de cocina en el hostel.
Día 7: Icefields Parkway
Nos despedíamos de Jasper parar recorrer una de las carreteras escénicas más bonitas del mundo: La Icefields Parkway. Comenzamos con el trail de Beauty Creek, paramos en el mirador Stutfield Glacier Viewpoint y alucinamos con las vistas de los glaciares. Un poco más adelante disfrutamos de una impresionante cascada a pie de carretera: Tangle Falls. Depués, comimos en un merendero frente al Athabasca Glacier y luego nos aminamos a caminar un poquito sobre él…. ¡Increíble! Por la tarde hicimos el trail Parker Ridge, que nos brindó una de las vistas más espectaculares del viaje, y terminamos en un camping en mitad de esta preciosa carretera, compartiendo alojamiento y experiencias con interesantes viajeros de todo el mundo.
Día 8: Icefields Parkway
Seguimos bajando por esta increíble carretera que te hace parar a cada rato para disfrutar de sus maravillas. Primero fuimos a Mistaya Canyon, después al increíble Peyto Lake, donde hicimos el trail Bow Summit Lookout.
Después, paramos en Bow Lake y nos dimos una muy larga pero sencilla caminata hasta las Bow Glacier Falls. Al terminar comimos en el merendero, disfrutamos el entorno y condujimos hasta el lejano pueblo de Golden, donde nos alojábamos. Ya era hora de una buena ducha y habitación privada y también de un homenaje cenando en un dinner americano.
Día 9: Yoho National Park
Después de un tiempo increíble en nuestros primeros días, nuestra estancia en Yoho pintaba nublada y lluviosa, pero de momento ese día el tiempo aguantó… ¿Quizá por que era mi cumpleaños? Empezamos por el archifamoso Emmerald Lake, un lago de ensueño que ese día no lucía su color en todo su esplendor por el cielo encapotado, pero igualmente nos gustó mucho. Muy cerca, visitamos también Natural Bridge, Meeting of the Waters, Spiral Tunnels y Takkakaw Falls, lo que más nos gustó del día sin duda.
Después de dar buena cuena de unos deliciosos sándwiches, fuimos a hacer el trail de los Hoodoos Creek, pero nos lo encontramos cerrado por posible presencia de osos, así que seguimos con el siguiente plan, el trail de Wapta Falls, que nos gustaron bastante.
Al regresar a Golden, breve compra y celebración de mi cumple en una auténtico grill donde nos pusimos las botas con hamburguesa, costillar y cheesecake.
Día 10: Lake O’Hara
Quisimos dedicarle un día entero a esta maravilla nada fácil de visitar. Como no habíamos conseguido uno de los escasos billetes de bus para ahorrarnos el camino a su orilla, nos plantamos mu muy pronto en el parking para ver si había alguna baja pero no hubo suerte, así que subimos 11 km andando en un dia además que no acompañaba nada.
Con un tiempo horroroso, solo pudimos hacer el trail de Opabin Prospect y Opabin Loop, pero aún así nos pareció una pasada todo el entorno. Comimos neustros bocadillos en el refugio y a la bajada sí que conseguimos plaza en el autobús. Estábamos helados así que condijimos directamente a Canmore, el pueblo donde los alojaríamos en la zona de Banff. Allí nos instalamos en el hotel, dimos un paseo por la zona y cenamos fenomenal en un resturante donde por fin probamos comida local.
Día 11: Banff National Park
Sabiendo que el día iba a estar lluvioso hasta bien entrada la mañana, aprovechamos para descansar y hacer de nuevo la compra en el supermercado. Cuando escampó, fuimos en coche hasta Johnston Canyon e hicimos el trail que recorre todos sus pentes, un recorrido sencillo pero que nos gustó mucho. Desde el último, enlazamos con el trail The Inkpots, no muy exigente pero bastante largo, eso sí, lo que vimos allí nos pareció super peculiar: una especie de burbujeantes jacuzzis naturales de agua cristalina.
De regreso a Banff, paramos en Vermilion Lakes y luego nos acercamos al campo de golf del hotel Fairmont a ver ciervos…. ¡Y vaya si los vimos! ¡A centímetros! Acabamos la tarde en las Bow Falls y tomando después unos tés calentitos con bollos canadiesnes. Aquel día, aprovechamos la cocina del hotel para hacernos la cena y la comida del día siguiente.
Día 12: Banff National Park
A las 5:00 de la mañana nos dimos uno de los madrugones del viaje para poder coger sitio en el parking de Moraine Lake, la postal de las Rocosas Canadienses. No fuimos de los primeros pero no hubo problema, eso sí… aprovechamos para echar un sueñecito en el coche hasta las 9:00, que es cuando se solía disipar la bruma matutina. Disfrutamos de las vistas de este magnífico lugar desde la orilla y la montículo de piedras frente a él, y después nos unimos a una pareja de alemanes para hacer un trail recomendado en grupo de 4 por presencia de osos: Consolation Lakes.
De vuelta en el coche, regresamos a Banff, donde comimos con unas vistas de miedo a las Bow Falls. Como el cansancio acumulado ya hacía mella, decidimos saltarnos el siguiente trekking y fuimos en coche hasta el final. Desde un mirador que descubrimos por casualidad, disfrutamos de las formaciones rocosas llamadas hoodoos y de unas vistas impresionantes de los alrededores de Banff.
Después nos apeteció dar un paseo por la ciduad, merendamos dulces típicos e hicimos algunas compras por la zona antes de regresar al hotel a cenar.
Día 13: Banff National Park
Nuestro último día en la zona comenzó tan pronto como el anterior y por el mismo motivo, pero en esa ocasión el lago que visitaríamos sería el Louise. Descansamos en el coche hasta las 9:00, desayunamos, y comenzamos el trail que nos llevaría hacia un lugar de miedo: Plain of de Six Glaciers. Depués enlazamos con el que nos brindó la subida más dura del viaje: The Big Beehive. Las vistas eran sobrecogedoras.
Continuamos pasando por varios lagos de aguas con color irreal hasta llegar de nuevo a la base de Lake Louise. Sin duda fue un broche final perfecto.
Comimos tarde y cansados, así que más bien engullimos…. pero nos sentó de fábula. Antes de marcharnos, pasamos fugazmente a ver el lago Minnewanka y condujimos un par de horas hasta llegar a nuestro alojamiento en un barrio residencial a las afueras de Calgary. Allí compramos comida para llevar en un supermercado cercano y la disfrutamos en nuestro magnífico apartamento independiente dentro de una típica casa particular.
Día 14: Viaje de vuelta
A primera hora de la mañana nos marchamos del alojamiento y pusimos rumbo al aeropuerto para devolver el coche y coger el primero de los vuelos que nos llevaría a casa, con mucha pena de dejar este fantástico país pero más que contentos por todo lo que habíamos vivido, satisfechos de haber cumplido con el itineraio y con el deseo de poder volver algún día a revivirlo todo.
Tomamos un primer vuelo hasta Minneapolis, donde pasamos una larga escala en la que nos dio tiempo a comer en un buffet oriental a buen precio, un segundo vuelo transoceánico y nocturno hasta París, donde después de 2 horas pudimos coger un último vuelo a casa…. Afortunadamente, nos quedaba un día y medio para reponernos de tanto ajetreo antes de volver a trabajar.
Como veis, el itineararios es muy completo y nada apretado. Aún empezando casi todos los días alrededor de las 9-10 de la mañana, nos daba tiempo a hacer de todo y nos sobraba para relax por las tardes. Si hubiera hecho más calor, hubiésemos aprovechado para descansar y darnos un chapuzón en los lagos; así lo había programado.
Este ha sido un viaje muy distinto a los que solemos hacer, centrándonos exclusivamente en la naturaleza si quitamos la pincelada inicial de Vancouver, ciudad que veía imprescindible visitar ya que me llamaba bastante la atención al estar siempre entre las mejores valoradas para vivir. Confieso que hubo algunos momentos de duda en los que me planteé si no nos aburriríamos tantos días sin alguna visita cultural o un paisaje más variado, pero una vez allí, ese pensamiento desapareció de un plumazo. Es todo tan increíble, tan inmenso, tan absolutamente espectacular que jamás, JAMÁS, podría resultar repetitivo. Desde aquí os reto a que os animéis a hacer de Canadá vuestro destino para el próximo verano y me saquéis de mi “error”.
Alucinante! Flipo muchísimo con el color del agua!!
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Pues te juro que las fotos no hacen justicia ni a los colores reales ni a las dimensiones. Es slucinante, de verdad ¡Ojalá tengas la oportunidad de ir!
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