Muchos de aquí éramos apenas unos niños cuando a principios de los ’90 veíamos como Kevin McCallister volvía a pasar la Navidad sólo pero esa vez en Nueva York. Me atrevería a decir que, desde entonces, el árbol del Rockefeller Center iluminado, Central Park nevado y las alcantarillas humeantes han quedado grabadas a fuego en el imaginario colectivo llevándonos a desear visitar la ciudad de los rascacielos en esta época del año al menos una vez en la vida. He tenido la suerte de experimentarlo por mí misma hace apenas una semana, por lo que quisiera compartir con vosotros los imprescindibles de un diciembre en la Gran Manzana. Y sí, es mágico.
Mercadillos Navideños
Aunque no todos los productos que se venden en ellos están relacionados directamente con la Navidad, merece la pena darse una vuelta por los más famosos. Pasear entre las pequeñas casetas iluminadas, tomar algún que otro dulce y comprar uno de los preciosos (y carísimos) adornos para el árbol es un “must” invernal en “la ciudad que nunca duerme”.

Quizá el más popular sea el Winter Village que se levanta en Bryant Park, con su precioso árbol presidiendo toda la plaza. La ceremonia de encendido se realiza los primeros días de diciembre, precedida de una representación del cuento navideño «The Lights Before Christmas» sobre su pista de hielo.
El mercadillo de Union Square es probablemente el más extenso. Vino caliente, quesos, dulces, bufandas, gorros y adornos harán que acabéis picando en algún puesto.

En la esquina suroeste de Central Park está el pequeño mercadillo de Columbus Circle, que también merece una visita cuando paséis por la zona.
Rockefeller Center
Es la imagen de la Navidad en Nueva York gracias a su árbol de 28 metros. Además de por la estrella de cristales de Swarovski que lo corona, sólo está adornado con pequeñas luces y la realidad es no le hace falta nada más para iluminar literal y metafóricamente las caras de cualquiera que se plante frente a él.

La decoración de Rockefeller Plaza está a la altura de este abeto casi centenario: Doce brillantes ángeles con sus trompetas de bronce que se han convertido también en todo un clásico con el paso de los años. Sobra decir que abrirse paso entre la multitud para grabar bien en la retina esta escena de película.
The Rockettes
Justo al lado de Rockefeller Plaza está el mítico Radio City Music Hall, un teatro donde desde los años ’30 se lleva representando un espectáculo navideño de baile protagonizado por unas bailarinas conocidas como “Rockettes”.

Las entradas parten de 60$ y se recomienda reservar con la mayor antelación posible.
Escapartes de la 5ª Avenida
Un paseo por las lujosas tiendas de la 5ª Avenida es obligatorio en cualquier visita a Nueva York, pero en esta época se multiplica su importancia por la fabulosa decoración de la mayoría de ellas.

Empezando por Bergdorf Goodman justo al lado de Central Park y pasando por Tiffany, Gucci y Barnes & Noble entre muchos otros, los escaparates no os dejarán indiferentes aunque sin duda la joya de la corona es la fachada del número 530, justo enfrente de Rockefeller Plaza, un fantástico espectáculo de luces y sonido con los villancicos que escuchamos en «Solo en Casa» (sí, otra vez).

Los escaparates de Barneys en Madison Avenue y de Bloomingdales en Lexington tampoco tienen ningún desperdicio.
Pantinar sobre Hielo
Pocas estampas más navideñas que deslizarse sobre Wollman Rink, la pista de hielo de Central Park, con los edificios al fondo.

Eso sí, el precio no es nada económico pero es una de esas cosas que se hacen una vez en la vida. La entrada cuesta 12$ (19$ los fines de semana) para los adultos y 6$ para los niños menores de 11 años. A ese precio habrá que sumar 9$ del alquiler de patines y 5$ más para alquilar una taquilla, porque no se permiten mochilas en la pista.
Patinar en la pista de Rockefeller no es más barato pero sí igual de idílico. El precio va aumentando según se acercan las fechas más señaladas, por lo que en el mes de diciembre se sitúa entre 32-27$ para los adultos y 15$ para los niños más los 12$ del alquiler de patines.
Si ambas opciones se os van de las manos, aún podéis patinar en Bryant Park, donde el acceso a la pista es gratuito y “sólo” tendréis que abonar los 20$ del alquiler de patines, por ello su pista es la más concurrida.

Otra opción más es el McCarren Rink de Brooklyn, que si bien no es tan conocido como las pistas de Manhattan, es una opción interesante para patinar por 11$ los adultos y 6$ los niños, con alquiler de 6$ y taquillas de uso libre.
Dyker Heights
Esto sí que es de película, pero no sólo de «Solo en Casa», sino de «¡Vaya Santa Claus!», «Un Padre en Apuros», «Family Man», «Jack Frost» y todas las que se os ocurran.

Se trata de un barrio de Brooklyn en el que los vecinos gastan auténticas fortunas en decorar e iluminar sus casas para estas fechas.

Parece ser que un día, uno de ellos comenzó con una fastuosa decoración y el resto se tomó a pecho eso de “si tú, ésto, pues yo, más” y lo cierto es que cada casa supera a la anterior.

Es una zona bastante mal comunicada en Metro y por eso hay varias agencias que han aprovechado la situación para ofertar caras excursiones en furgoneta a la zona, pero desde aquí os digo que es algo completamente factible de hacer por vuestra cuenta. Simplemente tendréis que coger la línea D y parar en la estación 79th Street o bien la R y hacerlo en la 86th Street, ambas casi al final. Os tocará caminar igualmente en ambos casos porque el vecindario se encuentra en la mitad de ambas. Las mejores casas están entre las calles de la 86 a la 83 y entre las avenidas 11th y 13th.
Santaland
De Laponia a la Gran Manzana. Todos los años, Santa Claus tiene su particular aldea en el piso 8 del centro comercial Macy’s en Herald Square, lo que sería el equivalente a nuestro Cortylandia, pero esta vez bajo techo y como todo en América, más a lo grande.

Los niños y no tan niños pueden disfrutar de un micromundo con una decoración cuidada al detalle en el que al final acabarás saludado al mismísimo Santa. Puedes saltar la cola reservando gratuitamente por Internet con 48 horas de antelación tu Santaland Express Pass, de otra forma el tiempo de espera será de prácticamente una hora.
Además de todas estas opciones, encontraréis decoraciones preciosas en muchas calles de la ciudad que hacen que la belleza de cada rincón se multiplique por mil. A mí no se me ocurre mejor forma de cerrar un año que hacerlo con un viaje como este, aunque seáis auténticos “Grinch” seguro que os merecerá la pena. Yo no he podido ponerle mejor broche a 2016.