Mis 10 bocados de 2024

¿Quién se apunta a este viaje por los mejores platos que tuve la suerte de probar en 2024? Madrid, una de las mejores ciudades del mundo para disfrutar de la buena mesa, Italia (siempre en cualquier ranking de mejores gastronomías del mundo) y un invitado inesperado, Inglaterra, serán nuestras paradas.

¡Empezamos!

Ya es tradición que los años comiencen con una o varias experiencias gastronómicas fruto de regalos de Reyes y el pasado comenzamos con el famoso brunch del Leña, uno de los restaurantes de Dani García en Madrid. Habiendo probado el de BiBo y la experiencia HUMO en el propio Leña, el listón estaba alto para esta ocasión pero Dani no defraudó. Con café (muy bueno) y zumo ilimitados, entrantes a compartir y varios segundos para elegir, la estrella aquel día en mi opinión fue el postre: La tarta di rose.

Una pequeña muestra que está disponible en tamaño mucho mayor en la carta normal. Un  delicioso bocado de mantequilla regado con una crema inglesa que le va como anillo al dedo.

Seguimos con los regalos de Reyes, siendo esta vez yo la receptora. Tocaba probar uno de los restaurantes más venerados de la ciudad y que teníamos pendiente desde hacía tiempo: Fismuler, conocidísimo por su deliciosa y fundente tarta de queso (que por supuesto también probamos).

Tiene una carta muy original y que cambia por temporadas. Pedimos varios platos para compartir y el que nos volvió locos fue este guiso: Sabor intensísimo y sorprendente, carne untuosa…. En fin, un 10. Este plato es una muestra clara de la cocina que se puede encontrar en este lugar: Diferente, atrevida y con muy buen producto.

A este sitio se va por sus famosos torreznos o la pizza. De hecho, los torreznos fueron los que nos llevaron allí y sí es cierto que estaban muy ricos: muy sabrosos, no grasos y finitios tipo carpaccio pero con la piel crujiente.

Aún así, los platos ganadores fueron los postres. La piña a la brasa con crema inglesa es un sobresaliente pero la matrícula la tiene el brownie de chocolate Valrhona y dulce de leche con helado de vainilla, el mejor que he probado jamás. Se deshacía.

El primer viaje del año nos llevó a Inglaterra, concretamente a la encantadora zona de los Cotswolds, en la campiña inglesa. No es un país que destaque por su cocina pero a veces, en este arte, menos termina siendo más y eso es lo que vivimos allí.

No comimos mal en ningún momento pero aunque está fuera de toda duda que nuestra gastronomía gana por goleada a la suya, hay un pequeño dulce muy, muy simple que nos encantaría robarles: Los scones. Se trata de pequeños bollitos redondos y planos que se sirven junto al té para abrirlos y rellenarlos de una especie de mantequilla/nata que ellos llaman clotted cream y mermelada. Darles un bocado es trasladarte a una casita tipo Hansel & Gretel en medio del campo mientras esperas una merienda dulce en un acogedor salón con chimenea cuando fuera hace mucho, mucho frío.

Los hay en multitud de lugares (también en los supermercados, porque nos trajimos para casa), pero los que más disfrutamos fueron en la coqueta tea room The Bantam, en el pueblo de Chipping Campden.

Este año tuvo lugar en varias ciudad de España (en algunas incluso varias veces) el evento The Champions Burger, una cita que creo que ningún foodie se perdió. Yo incluso fui un par de veces. Decenas de food trucks recorrían el país para que los clientes votaran la mejor hamburguesa. Yo probé un total de 8 y mi favorita sin ninguna duda fue la “Lil Wayne» de Gottan Grill: Picada de chuletón madurado, queso cheddar, cebolla crujiente, panceta cocinada 48 horas a baja temperatura inspirada en ramen Kikanbo (un macerado en miso especial), salsa Louisiana y bacon bits. Combinación de locos para una carne de calidad TOP.

Completarían mi podio la TikToker del food truck Tokio (brioche artesano, mayonesa cremosa trufada, cebolla crispy, queso raclette, chuletón madurado en seco durante 45 días, mermelada de beicon y Jack Daniel’s) y la Bacon Pop de La Muralla (carne Dry Aged de vaca rubia gallega, crunchy bacon bits, doble cheddar, yema de huevo ahumada, salsa Pop Corn, pepinillo, polvo de parmesano y palomitas de bacon).

Llegaron las vacaciones y en esta ocasión nos llevaron a Italia, un país que tiene la gastronomía como uno de sus principales atractivos. Comimos muchas pizzas, pero las que más nos gustaron fueron las de un pequeño local de Matera, Il Rusticone.

Pedimos dos muy buenas pero para mí la mejor fue la mía: 6 quesos (fior di latte, gorgonzola DOP, grana padano 24 meses, pecorino añejo, caciocavallo local y queso de cabra) naranja amarga y mermelada de higos y almendras. B-R-U-T-A-L.

Calidad-precio insuperable (son entre 5€ y 12€). Si tenéis la suerte de visitar esta increíble ciudad, no dejéis de comer allí.

No nos movemos de ciudad, seguimos en Matera. Celebramos allí el cumpleaños de mi chico en un restaurante de alta cocina con unas vistas espectaculares, pero si bien los platos eran de muy buena calidad, las cantidades nos resultaron escasas. No obstante, no podemos dejar de incluir en este ranking la deliciosa panceta de cerdo lucano de 22 horas de cocción con salsa barbacoa casera, sésamo, parmentier y achicoria. Sabor pontentísimo y una carne que se derretía en la boca.

¿Haber estado en Italia y no mencionar un plato de pasta en esta recopilación? No way, así que vamos con la elección.

Lo sencilla que aparentemente es la carbonara y lo que cuesta encontrar un sitio donde hagan la auténtica (con yema de huevo y no nata) y que la hagan bien. Lo encontramos en Salerno, al sur de la Costa Amalfitana, concretamente en Al Dente Spaghetteria, un local que siempre estaba lleno. Estaba deliciosa.

Seguimos en Italia, pero nos vamos al lado dulce. ¿Y cuál es el primer dulce que viene a la mente si pensamos en este país? Correcto, los helados;  o más bien, el gelato (que se diferencia del helado por llevar mucha más nata y ser más cremoso, por eso se sirve con pala en vez de cucharón).

Comí muchos, muchísimos, pero hubo un sabor que me conquistó: Cacahuete con crema de gianduja (crema de chocolate con almendras que sabe a Ferrero Rocher) salada. A mí, que me encanta la combinación dulce con sal (adoro el caramelo salado, el mejor de los sabores), me ganaron con este, que probamos en Nápoles la cadena de heladerías Mennella 1969 (es la bola inferior).

Para mi cumpleaños, me llevaron a comer a un restaurante que no conocía pero que se convirtió en uno de los que más recomendaría de Madrid: Santa Canela. Tiene una carta amplia con platos muy sugerentes, originales y riquísimos y a un precio bastante económico para lo que acostumbramos a ver en la ciudad. Una relación calidad-precio excelente.

Pedimos varias cosas y voy a destacar la ensaladilla. En este lugar le dan un toque muy original añadiendo camarones crujientes y salsa de yema de huevo. Acierto total.

Aquí termina este resumen pero ya os adelanto que 2025 lo empezamos fuerte en este sentido.

¡Hasta el año que viene!


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