2025 ha sido, digamos, un buen año. No tanto como lo esperado y deseado, tampoco fácil, pero bueno, aunque también ha tenido sus momentos bajos. Están todos con los que lo empecé, que siempre es lo más importante junto con la salud, en lo laboral las cosas han funcionado muy bien, se van dando pasitos y siguen viniendo viajes, que diría que es la parcela de mi vida en la que todo siempre encaja y funciona mejor.
Esta vez, mucha isla y mucha Andalucía.
Sevilla
La ciudad más bonita de España. Una fiel representación de la de la imagen que se tiene de nuestra cultura fuera. Después de muchos años, surgió la idea de ir de viaje relámpago y casi improvisado a volver a vivir su famosa Madrugá, tan sobrecogedora como siempre.

Después, he vuelto y la he disfrutado muchísimo: La Giralda, las calles del barrio de Santa Cruz, la Plaza de España, la Basílica del Gran Poder y de la Macarena, Triana, la Torre del Oro…. Sevilla siempre tendrá un color especial para mí.
Córdoba
La despedida de soltero de un gran amigo nos llevó a pasar un fin de semana de junio en esta ciudad que no falla salvo por el tiempo que hace en verano. Cultura, calles bonitas, música, comida de 10, buen ambiente, gente amabilísima risas y calor.

Hice una parada en un viaje al sur cuando tenía 12 años para conocer la Mezquita- Catedral, pero ahora me ha parecido muchísimo más impresionante. Si yo fuera la Princesa Leonor, daría el campanazo casándome allí. Es algo único.
Menorca
En junio cogimos carrerilla e hicimos el único viaje que para nosotros era innegociable este año: Menorca, la isla balear que me faltaba por conocer y a la que tenía muchísimas ganas desde hace mil. Adoro este archipiélago y siempre intento visitarlo en junio antes de que lleguen las grandes masas… Es imposible fallar elijas la isla que elijas.

Menorca estuvo más que a la altura: Calas de postal con aguas de ensueño, temperatura ideal, buena gastronomía, pueblos con encanto y ciudades con historia. Recorrimos bastante en los 5 días que estuvimos pero nos dejamos también cosas para las próximas veces, porque seguro que las habrá.
Lanzarote y Fuerteventura
Destino del viaje “largo” de verano. Decidido a ultimísima hora y contra todo pronóstico, pero quizá el más disfrutado. Como viene siendo costumbre, por un cúmulo de circunstancias nos venimos viendo obligados a gastar nuestras vacaciones en agosto, sin concretar las fechas finales hasta muy poco antes. Con este panorama, la idea que se me había ocurrido era ir en coche gasta la Bretaña Francesa, muy de moda en los últimos tiempos, y Normandía, parando en distintos puntos de Francia a la ida y a la vuelta. Cuando tuvimos las fechas claras, me dio pereza esa paliza de conducción y nuestros coches me inspiraban muy poca confianza para tal kilometraje, por lo que valoré otras opciones que se ajustaran al presupuesto y circunstancias, quedando Croacia y este combinado canario como finalistas. Haciendo caso a testimonios para no repetir la experiencia de las altísimas temperaturas del verano anterior en Italia, nos descantamos por la segunda opción.

Yo ya había estado en el sur de Lanzarote y en el Timanfaya hace años y volví fascinada. En Fuerteventura pasé en ese mismo viaje sólo un día pero me apetecía conocerla más. Mi novio siempre había estado reticente a visitar estas islas pero bastaron unas horas para que se enamorara tanto como yo.
Lanzarote es un destino infravaloradísimo para el espectáculo natural que es, lo cual no sé si lamentar o celebrar para que siga siendo nuestro “secreto”. Conducir entre campos de lava y entrar andando y gratis al cráter de un volcán no es algo que se pueda hacer en muchos sitios del mundo, por no decir en ninguno. Para mí, uno de mis lugares favoritos del mundo.

Fuerteventura es una joya. La pierde el viento, pero esas playas kilométricas de arena clara y agua turquesa, ese paisaje en bruto del interior que no tiene nada pero a la vez te mueve todo, esos secretos en forma de cuevas, playas, cañones o pueblos… no pueden dejar indiferente a nadie. Un destino TOP al que volver cuando queramos escapar unos días.
Bretaña Francesa
Como nos quedamos con ganas del viaje de verano y teníamos familiares locos por conocer también esa zona, organicé una escapada de 4 días super bien aprovechada y en la que todo salió a pedir de boca desde el momento en el que compramos los vuelos (una ganga).
Fuimos a finales de septiembre, con aún bastantes horas de luz y temperaturas agradables. A pesar de dejarme fuera algún que otro pueblo de la zona, pudimos recorrer los que para mí eran imprescindibles a pesar de estar algunos a cierta distancia, y, por supuesto, tachamos de nuestra lista de deseos viajeros conocer el Monte Saint Michel, un lugar que en persona es tan espectacular como promete en imágenes.

Para 2026 pido que lo que tengo no me falte, que lo que persigo por fin se se consiga, que los pasos siempre sean hacia delante y que, pase lo que pase, los viajes se sigan dando y saliendo como la seda. El primero ya está organizado y para el resto, me dejo llevar.