Ha sido en septiembre de 2025 por fin hemos podido dedicar unos días a conocer esta zona de cuento al noroeste de Francia. Mi idea inicial era hacerlo en mitad del verano llegando en coche desde España, visitando otros puntos por el camino, añadiendo otros tantos más en la zona y llegar hasta Normandía, pero finalmente cambiamos de idea para las vacaciones. Como la semilla sembrada hace tiempo ya estaba germinando, miré vuelos para un periodo de 4-5 días al final del verano y canté “bingo”.
No recomendaría menos. Este viaje se puede hacer tan largo como se quiera porque la Bretaña tiene decenas de pueblos y enclaves maravillosos, pero, por si fuera poco, está muy cerca de Normandía con sus encantos y también de la famosísima ruta de los castillos del Loira desde Nantes. De hecho, a mí me costó mucho hacer una selección de pueblos y lugares después de todo lo que tenía anotado para el viaje largo, pero ya de vuelta puedo afirmar que no me equivoqué. Estoy muy satisfecha con la ruta y no cambiaría nada, sólo añadiría en función del tiempo que tuviéramos los megalitos de Carnac.

Decir que nosotros teníamos una idea de “turismo callejero”. Nos interesaba pasear, disfrutar de la arquitectura, del ambiente, encontrar rincones chulos, probar la gastronomía… Es decir, no teníamos interés en entrar a museos y atracciones, salvo la abadía del monte Saint Michel. De no ser así, no habríamos podido aprovechar tanto el tiempo.
Por último, hay que tener en cuenta también las horas de luz. A finales de septiembre, aún había luz hasta pasadas las 20:00, y eso ayudó.
Sin más, os cuento día a día qué es lo que visitamos.
Día 1
Salimos de Madrid a las 12:20 de un viernes y en menos de dos horas aterrizamos en Nantes. La compañía Volotea opera vuelos directos y se pueden encontrar tarifas bastante económicas según la época. Una vez allí, comimos unos bocatas que llevábamos preparados para no perder tiempo y recogimos nuestro coche de alquiler.
Rochefort -en-Terre
Tras una hora y pico de recorrido, llegamos al que primer pueblo de la Bretaña Francesa que visitaríamos. Era todo lo que esperábamos encontrar: Un cuento. Se puede aparcar gratis en la zona de los lavaderos y también hay un parking con parquímetro junto al castillo. Una vez allí, solo hay que dejarse llevar y recorrer todas la calles y rincones, destacando por supuesto entre todos ellos la iglesia de Notre Dame de la Tronchaye, el castillo y la plaza central. No perdimos tampoco la oportunidad de probar nuestro primer kouignette, un dulce típico de la zona cuyo sabor definí como “Manolito enrollado”, no digo más. Tras un par de horas disfrutándolo, pusimos rumbo al siguiente destino.

Josselin
Algo más de media hora es lo que tardamos en llegar a este precioso pueblo en el que destaca su castillo, junto al que aparcamos de forma gratuita, con el canal justo delante. La estampa era idílica. El pueblo ya estaba vacío de turistas y con los comercios cerrados, pero eso para nosotros no resultó ningún inconveniente, al contrario: Nos permitió callejear y hacer fotos libremente.

Todo estaba impoluto, muy cuidado, dando la sensación de ser un decorado. Visitamos también el interior de la iglesia de Notre Dame du Roncier, gratuita, y nos hubiese gustado hacer lo mismo con los jardines del castillo (parte del interior es una residencia privada), pero ya estaba cerrado. Tomamos unos refrigerios en una terracita y acabamos cenando pronto, en horario francés en la crepería La Sarrazine, dando cuenta de unas galettes bretonnes (crepes salados y hechos de harina de trigo sarraceno, en teoría, sin gluten) y por supuesto de unos dulces al final. Regresamos al coche bordeando el canal, con el castillo ya iluminado y condujimos hasta Vannes, donde haríamos noche un fantástico apartamento.
Día 2
Vannes
Despertamos en nuestro apartamento en una zona residencial de Vannes, y tras recoger, fuimos al centro aparcando gratis en parking des Lices. Desde allí fuimos andando pasando por los jardines junto a la muralla y los lavaderos y parando a desayunar en el mercado de Les Halles, donde hay multitud de puestos locales. Continuamos la ruta por la Place des Lices hasta la Catedral de Saint Pierre de Vannes (gratuita y muy bonita, aunque tenía parte en obras) y calles aledañas, estando todo animadísimo y lleno de locales y turistas al ser sábado.

Pasamos también por la esquina donde está uno de los signos de la ciudad: los bustos llamados “Vannes et sa Femme” en Rue des Halles. Terminamos la ruta por laPorte Saint Vicent hasta llegar de nuevo al puerto deportivo, paseando junto al canal hasta volver al coche. En ese momento se puso a llover pero la lluvia coincidió exactamente con el trayecto.
Quimper
Este pueblo está bastante alejado del anterior y mucho más del siguiente, ya que se encuentra muy al oeste, cerca del mar. Se tarda una hora y media desde Vannes y luego otras dos y media hasta Dinan, donde hicimos noche, por lo que lógico hubiese sido no incluirlo en la ruta, pero las fotos que vi de sus calles con edificios con el entramado de madera con la catedral de fondo me conquistaron. Aparcamos gratis en parking Tourbie y bajamos andando precisamente hasta la catedral de Saint Corentin, entrando gratis también. Al salir, decidimos ir a comer pero ya íbamos justos para hacerlo según el horario francés y además se puso a llover de nuevo, así que nos quedamos en el primer sitio con concina abierta con el que dimos, Les Gaufres de Maxence, donde tomamos unos gofres salados. El postre nos lo tomamos en un local de la esquina opuesta que llevaba anotado, Gast!, donde disfrutamos de uno de los bocados del viaje: un delicioso crepe de crème brûlèe. Al terminar, la lluvia había amainado y el sol brillaba, así que continuamos el paseo por las calles Elie Frenon, Place au Beurre, Rue du Sallé, Ru de Kergiarou, Rue des Gentilshommes y la más bonita con la catedral de fondo: Rue de Kereon.

Al recoger el coche, decidimos parar en un supermercado E.Leclerc Para hacer algo de compra y cenar en el apartamento para que nos nos pillara el toro otra vez.
Locronan
A 20 minutos de Quimper está este bonito pueblo medieval de piedra, con arquitectura muy diferente al resto de los que vimos. No es posible aparcar gratis, hay que hacerlo en único parking local a 5€ el día o 7€ el año. Raro, sí.
En dos pasos nos plantamos en la plaza central, visitando iglesia, cementerio, la esotérica librería celta que hay allí. Y recorriendo todas las calles mientras caía el sol.

Mereció la pena acercarse hasta esa zona de la bretaña, sin duda, aunque luego nos esperaran más de 2 horas de camino en coche hasta Dinan, donde teníamos alquilado un apartamento que nos resultó aún mejor que el anterior para pasar la noche. Allí hay varios parkings gratuitos pero algo alejados del centro. Decidimos dejar a parte del grupo en el hotel con el equipaje y el resto (éramos 5 en total) fuimos a aparcar en el parking de Jean Monnet.
DÍA 3
Dinan
Desayunamos en el propio apartamento aprovechando la compra hecha del día anterior, y también preparamos unos bocatas para el día. Nos despedimos de este alojamiento con mucha pena porque era un sueño: Un loft recién reformado, moderno, decorado con muchísimo gusto, cómodo y acogedor.
Comenzamos la mañana recorriendo las calles de Dinan, plagadas de casas con entramado de madera hasta llegar al acueducto o Pont Vieux obteniendo una panorámica de la parte baja de la ciudad y volvimos arriba por los jardines del castillo. Las mejores zonas nos parecieron los alrededores de la Porte du Jerzual, la Place des Cordeliers y des Merciers y Rue d’Horloge. Justo detrás de la Torre del Reloj hay un patio interior muy bonito.

Regresamos al coche no sin antes dar cuenta de otros kouignettes y nos dirigimos a la estrella del viaje: El Monte Saint-Michel.
Monte Saint-Michel
Hay un parking de pago el La Caserne, cuyo precio cambia en función de la la época del año entre 14 y 28€, pero nosotros queríamos iniciar la ruta atravesando la zona donde están los meandros, que tiene una perspectiva preciosa. Aparcamos entonces en el pueblo de La Rive al final de la route de la Rive Ardevon. Es gratuito pero hay pocas plazas, desde allí, fuimos andando hasta atravesando el campo entre con el monte de fondo. Junto al Auberge de la Baie está el inicio del camino. Aunque parezca vallado, no hay problema, tan sólo hay que tener cuidado de cerrar el portón para que no se salga el ganado.

Luego nos desviamos para tomar el precio de la pasarela por la que llega el grueso de turistas, bien andando o bien en bus gratuito. Preferimos caminar e ir disturbando de las vistas a medida que nos acercábamos.

Una vez allí, el interior de pueblo nos pareció una gozada a pesar de la gente que había, aunque tampoco era algo que no esperáramos. De nuevo nos sentíamos en el decorado de alguna película y no nos dejamos rincón sin recorrer. Tuvimos la suerte, además, de que ese fin de semana coincidía con las Jornadas Europeas de Patrimonio y la entrada a la abadía era gratuita, aunque nosotros pensábamos pagarla de todas maneras (cuesta 16€ o 13€, según temporada). El interior del castillo no nos pareció especular porque no hay ninguna decoración, pero las vistas de la zona desde lo alto con la marea baja, ver de cerca la abadía en sí y ver la magnitud de los interiores, para mí merecen la visita.
Como habíamos comido de bocata, ya que allí los restaurantes son bastante caros y están llenos, antes de marcharnos nos compramos unos duldes en una pastelería artesanal. Yo opté por la tarta-flan de coco y, de nuevo, deliciosa.
A la hora de la visita tened en cuenta las mareas, ya que si está muy alta, pueden cortar el acceso al pueblo desde dos horas antes a dos horas después de la subida. Se pueden comprobar aquí: https://www.ot-montsaintmichel.com/es/horarios-de-las-mareas/
A la vuelta, ya con muchos kilómetros en los pies, sí quisimos ahorrarnos un tramo y cogimos el bus gratuito, pero luego tuvimos que andar casi media hora más del parking hasta el lugar donde habíamos aparcado el coche, esta vez por fuera de los meandros pero sin perder de vista el Monte y con ovejitas pastando por el campo. De nuevo, fue llegar al coche y ponerse a llover… ¡una suerte!
Fougères
Llegamos al final de la tarde, con la lluvia escapando y casi atardeciendo. Aparcamos gratis en parking du Naçon e hicimos un recorrido por la parte alta de la ciudad, empezando por Rue de la Pinterie hasta el castillo, pasando por el mirador de la calle anterior. La lluvia volvió a aparecer y ya no nos abandonó así que, paraguas en mano, nos fuimos a cenar nuestras últimas galettes y unos deliciosos mejillones de la zona a buen precio en Le Farfadet Gourmand.

Esa noche, dormíamos en hotel a las afueras de pueblo.
DÍA 4
Vitré
Tras despertar pronto, quisimos pasar por un supermercado a comprar varios productos locales como souvenirs (galletas bretonas de mantequilla y quesos) y algo de desayuno y comida, ya que el vuelo nos pillaba a medio día. Con eso hecho, nos desplazamos hasta Vitré, que nos pillaba de camino hacia el aeropuerto de Nantes. Aparcamos en el parking al lado de la estación de forma gratuita, y dimos un paseo por las calles centrales, en el cuadrante entre Rue de Notre Dame, el castillo, Rue de la Liberté y Rue Duguesclin. Todo estaba sorprendentemente desierto para ser lunes pero a nosotros con los entramados y banderines de colores, nos bastaba.

Finalizado el recorrido, condujimos hasta el aeropuerto, devolvimos el coche si incidencias y a las 14:50, tras comernos nuestros sándwiches y snacks, despegábamos de vuelta a Madrid, satisfechos a más no poder con todo lo visto, el tiempo que habíamos tenido y lo bien que había encajado todo.
Así finalizan estos días en esta encantadora zona de Francia, que a mí me ha despertado unas ganas tremendas de planificar otros próximos viajes a este país vecino que tanto tiene que ofrecer.
Espero que esta ruta os anime y os pueda servir para una pequeña escapada super aprovechada que os dará la vida en cualquier época del año. Por si os ayuda y tenéis más días, otros pueblos que consideré añadir son: Guérande, Malestroit, Ploërmel, Saint Malo y Dol de Bretagne.