Las mejores calas de Menorca

Que las Baleares tienen las mejores playas de España (e incluso de Europa) es algo de lo que tengo muchas pruebas y ninguna duda. Después de haber puesto el pie en Ibiza, Mallorca y Formentera varias veces, me faltaba catar la joya de la corona: Menorca. Acabo de regresar y, como no podía ser de otra manera, ha estado más que a la altura de las expectativas.

La más oriental del archipiélago tiene fama de ser las más tranquila y nada más poner el pie en la isla lo confirmas: Todo menos urbanizado, más casero, más natural. Y las playas siguen esta tónica siendo más salvajes, más escondidas y más preservadas. También una sorpresa que los parkings más cercanos a cada  una sigan siendo gratis en una época en la que ya se cobra hasta por respirar. Se agradece.

Vaya por delante que hay decenas de opciones alrededor de la geografía de la isla, pero os voy a mencionar mis imprescindibles para una primera visita y las que trataría de repetir.

Situada al norte de la isla, es una de las que jamás faltan en un ranking de este tipo por ser muy diferente a las demás. De primeras, la imagen no es la que nos viene a la mente cuando pensamos en calas Menorca (arena blanca, agua cristalina…) pero no por ello es menos bonita.

Para empezar hay que caminar media hora por un paisaje de aire volcánico con arena rojiza desde cala Binimel-là, con alguna que otra subida rocosa. Cuando llegas, desde lo alto la imagen es idílica y salvaje, con arena más dorada y agua limpísima.

Recordad llevar sombrilla y agua o snacks porque no hay ningún servicio ni recoveco.

Del estilo de Pregonda, también en el norte, están Cala Pilar y Playa de Cavallería.

Es una playa más familiar y de fácil acceso junto al parking, con chiringuito, restaurante y sombrillas. La arena y el agua son una maravilla y hay que adentrarse mucho para que empiece a cubrir, ideal para ir con peques.

Una opción parecida en el sur pero de mayor extensión sería Son Bou.

Una de las más populares de la isla con todo lo que le pedimos a una cala: Sombra por vegetación, arena blanca y agua cristalina.

Tiene un parking que se llena rapidísimo (antes de las 9:00) y el acceso queda cerrado pero, de ser así, también se puede llegar andando en un paseo de 30-40 minutos con vistas panorámicas desde el Arenal de Son Saura del sur y también desde Macarelleta. Se hace pesado con el calor porque no hay sombra, pero merece la pena totalmente. Recordad, eso sí, ir con calzado adecuado (nada de chanclas) y llevar agua.

A medio camino entre Son Saura y Turqueta (20 minutos andado desde cada una), más pequeña y menos concurrida que ésta última y por eso a mí me gustó mucho más, tanto como para situarla en el TOP 3. Es una piscina.

Por la mañana y hasta medio día da la sombrita en el lado este y siempre podéis también refugiaros entre los pinos y observar el panorma desde arriba.

Directa al TOP 3 también. El paraíso. Son dos playas salvajes (Platja d’es Banyul y la Platja de Bellavista) que si en vez de pinos tuvieran palmeras, sería el Caribe o la Polinesia.

Muy largas, con mucho sitio, tranquilas pero con nada sombra a no ser que te vayas al fondo donde está la vegetación. Tiene parking que también se llena rápido, pero mucho menos que el de Turqueta.

Ideales para pasar el día allí o iniciar también la excursión a pie hasta Es Talaier y Turqueta.

Tiene el acceso muy bien acondicionado ya que desde parking hay una plataforma de madera que te lleva hasta Mitjana en un paseo de 15-20 minutos, casi todo de bajada.

Es una playa fantástica y muy animada porque desde allí van muchos jóvenes a saltar desde las rocas.

A 5 minutos más y subiendo por un camino rocoso está la cala Mitjaneta, mi favoritísima de todas: Un mar en calma, un agua y fondo limpísimos y la posibilidad de hacer snorkel. Tiene muy poco trozo de arena que además desaparece con la marea, pero hay mucho espacio en las rocas y entre los árboles para “plantar” el campamento y disfrutar de las vistas.

Sin sombrillas ni bares tampoco por aquí, solo merenderos.

Si tenéis tiempo y/o fuerzas, subiendo las rocas y caminando hacia el este podéis llegar a las calas de Fustam y Trebalúger, de las más desiertas por ser de difícil acceso.

Diría que las más famosas de todas, en parte por ser la imagen más promocionada de la isla en folletos y anuncios, como el de Estrella Damm en 2010. No es para menos.

Para protegerlas y preservarlas limitando el acceso de turistas, el 30 de abril de cada año se cierra el parking y sólo se puede llegar a ella en un autobús desde Ciutadella (8,5€ i/v), en barco o a pie desde Cala Galdana. Nosotros lo hicimos de la última manera.  Se trata de un camino sencillo en medio del campo con bastante sombra afortunadamente, empezando por el lado occidental de cala Galdana. Al cabo de una media hora, se desciende por unas escaleras de madera y llegas a este pequeño paraíso, con bastantes pinos al fondo para tener sombra, baños públicos y un restaurante sencillo y bastante bien de precio teniendo en cuenta el enclave.

Caminando hacia el oeste por  un camino rocoso y algo más complicado (pero con las vistas más increíbles de la isla, en mi opinión) se llega a Macarelleta, pequeña pero más tranquila y limpia que Macarella. Eso sí, sombra cotizadísima.

Desde Macarelleta se podría continuar andando hacia el oeste y llegar a Turqueta, pero a mí me parece más sencillo y corto hacerlo desde Son Saura, más teniendo luego la caminata de vuelta a cala Galdana.

Si aún no conocéis la isla, supongo que después de todo lo visto y leído estaréis de acuerdo con mi primera frase del post. ¡Que afortunados somos de tener este paraíso tan cerquita! Yo tengo la firme intención de ir saltando de “balear en balear” cada poco tiempo.


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